Nací un 26 de Diciembre del año de gracia de mil novecientos y pico. Por tanto soy "Capricornio". Algo después de terminada la guerra civil, en un pueblecito de la provincia de Málaga. Al bautizarme, me pusieron Prudencia por mi abuela materna, una gran mujer, emprendedora, cristiana practicante, sin ser la típica beata. Humilde y bondadosa, trabajadora que además de llevar la organización de la casa, regentaba una pequeña tienda de todo cuanto se podía vender o comprar, comestibles, ultramarinos, tejidos, artículos de regalos, especias, cereales, etc. Según me han contado las que la conocieron tenía un gran corazón y ayudaba a los necesitados que pasaban por su casa, que no eran pocos. Me siento muy orgullosa de llevar ese nombre en honor a mi abuela a la que apenas conocí.
¡No esperaríais que hiciera un striptease...! Pero algo de eso habrá. Como habéis visto en el título, me llamo Pruden, tengo “taitantos años”, bueno, puedo decir que estoy viviendo mi tercera juventud, pero con una alegría, ilusión y unas ganas de vivir, como si ahora tuviera esos añorados 15 años, por eso me he embarcado en esta aventura.
Es verdad que estoy como si tuviera 15 años, a no ser, por los “remiendos” que me han ido poniendo a lo largo de mi existencia, por los “achaques” y “goteras” que le van saliendo a una, pero eso no tiene importancia, son cosas de la edad y del desgaste de haber vivido, son como se suele decir: "Heridas de guerra", pero que no me restan ni un ápice, de la ilusión diaria de hacer las cosas que tanto me gustan...
Me encantan los animales, sobre todo los
gatos...!!!
Os adelanto que aquí podréis ver, unas curiosas sortijas de cinta ondulada, broches para el pelo, picos y flecos, bolsos de chapas y hasta mi osadía de pintar algunos cuadros.
Espero os guste el contenido y volváis a visitarme, pues pretendo mantener constantes cambios en el contenido.
Os repito mi agradecimiento y cariño a tod@s.
Prudencia.
Quiero contaros algo sobre mí vida, no tengo nada que ocultar, pero me va a ser bastante difícil.
Nací en una casa de campo, de aquellas antiguas, con paredes a base de piedras y barro, con un grosor de 50/60 cm. o más, tejas moriscas, ventanas de madera con rejas de hierro de fragua artesanales.
Sin ser demasiado grande la edificación, y por supuesto sin haber sido diseñada por ningún
arquitecto, cubría las necesidades de una familia formada, por el matrimonio y cinco hijos, además de algún otro allegado, trabajador o criada que esporádicamente se precisaba para
atender, “la bien llamada”, familia numerosa. Como eran tiempos posteriores a la guerra civil española, se escaseaba de todo:
Ropa, bebida, comida, productos agrícolas como, trigo, cebada, garbanzos, etc., pero a pesar de ello, no pasamos hambre, aunque si escaseces propias, que hoy la juventud y algunos otros no tan jóvenes, que no vivieron aquellos tiempos, no aguantarían.
No había alumbrado eléctrico, nos alumbrábamos con un candil de aceite o acetileno, no había tele, ni radio, ni coches, ni nada de lo que hoy parece imprescindible, pero que entonces no los echábamos de menos, al no haber sido inventados todavía.
No existía el teléfono, ni el cine, ni nada que oliera a comodidad o modernismo.
No teníamos reloj, cuando más, el padre tenía uno de bolsillo que andaba a base de darle cuerda cada 24 horas, tal vez heredado de algún abuelo. Nos guiábamos por la luz solar, nos levantábamos al amanecer y se cenaba con luz del día y al anochecer llegaba la hora de acostarse.
No había escuelas, a veces pasaba por los distintos cortijos o casas de campo un "maestro" que por supuesto carecía de título, solo que sabía leer algo y era más espabilado, se erguía en maestro. Su misión era, sobre todo, enseñar a leer, escribir y las "cuatro reglas" a los hijos varones, porque las hembras "no lo precisaban".
Prácticamente estábamos en la “prehistoria”, y a pesar de ello estábamos contentos, nos conformábamos con lo poco que teníamos y mejor aún, sabíamos apreciar el valor de las pocas cosas que poseíamos.
Tuve, digamos la mala suerte o desgracia, de no criarme con mis padres y junto a mis hermanos.
Afortunadamente mis padres vivían los dos, pero pensaron que lo mejor para mi, sería que me fuera a vivir con una tía mía, hermana de mi madre, que vivía a escasos 200 metros del domicilio familiar, con lo que no perderíamos el contacto con mi familia y dado que mi tía no tenía hijos, tendría más bienestar y mejor futuro.
No siempre las expectativas coinciden con la cruda realidad.
Con poco más de 13 años conocía, al que sería mi futuro esposo,
Pedro, nos casamos cuando tenía 21 años y aún seguimos juntos.
La mayor alegría de mi vida, fue el concebir y tener un hijo, cuando ya teníamos perdidas las esperanzas, pero Dios quiso regalarme un varón, que ha sido y es nuestra dicha.
Durante años hemos trabajado duro, para conseguir tener una
vivienda, sin hipoteca, y aunque la crisis nos ha cogido de lleno, no nos podemos quejar demasiado, al menos con la pensión de mi esposo
podemos comer los tres.
Tenemos la esperanza de que esto cambie para bien y no tarde mucho, antes de que agotados y desnutridos, fallezcamos en el empeño.
Desde siempre, me ha gustado hacer labores de bordado, tanto a mano como a máquina, punto de cruz, punto Yugoslavo, estuve aprendiendo a coser ropa de mujer y de hombre.
Me encantan las manualidades, pintar, coser, hacer crochet, punto de aguja ...
Gracias al empuje de una amiga, que vio mis trabajos, me animó a publicarlos en Internet y ella misma confeccionó esta página, aunque desde hace casi 2 años, la actualiza periódicamente mi esposo, con gran dificultad por no ser un experto en estos menesteres.
A pesar de ello, he tenido ya más de 4.000 visitas de 61 países, lo que agradezco esperando continúen visitándome. Al día de hoy, ya tengo 5.374 visitas de 69 países, a Octubre de 2.016.
Hoy la pongo, nuevamente, a tu disposición, completamente renovada y adaptada para poderla ver en móviles y tabletas, esperando te guste, sino por el mérito que puedan tener, al menos por el cariño con que los he realizado.
Gracias por leerme y visitarme.
Pruden,
Había prometido enseñar algunos de "mis fabricados”, e incluso utensilios o
materiales necesarios para hacerlos.
Para las Sortijas o anillos:
Materiales precisos:
-Cinta ondulada.
(De este revoltillo, se pueden usar cintas de un solo color o combinando dos colores, al gusto.)
Base metálica ajustable al dedo, para los anillos.
-Aguja de coser, hilo, dedal, pistola para silicona caliente y algún otro instrumento que debes utilizar e improvisar sobre la marcha.
Aquí se recicla todo, estas latitas de conservas son estupendas para los alfileteros.
Al final, combinando todos estos “ingredientes” con más o menos pericia o habilidad y una buena dosis de paciencia, se obtienen estas bellezas de pura artesanía.
Chapas de botes de refrescos y cerveza, para bolsos.
CD’s viejos para la base de los
alfileteros.
Para las sortijas, collares y colgantes, piedras y perlas.
Pinceles y pintura para mis cuadros.